Camufladas detrás de algún alias escogido al azar, Marta,AdelaAdriana y Mabel sorprendieron la semana pasada la rutina de la recepción de LA GACETA. La carta que dejaban para ser publicada no era una más: en esa misiva, pedían que las dejen trabajar. Así respondía ese grupo de mujeres a la flamante ley provincial 8.519 o de Prostíbulos Cero.

«Hace más de 15 años que trabajo en esto. Si el Gobierno me consigue un trabajo en el que gane $ 3.000 por mes, lo dejaría. ¿Pero quién me dará trabajo?», inquirió posteriormente Adriana, durante una charla con un periodista de nuestro diario. En su proclama, las trabajadoras sexuales aseguran que la norma que obliga al cierre de las casas de cita las condenará a «hacer» la calle. Y que ello conlleva dejarlas expuestas a la marginalidad y a la inseguridad.

Si cierran los prostíbulos, ¿se termina la prostitución en Tucumán? Tanto los que apoyan la medida como los que la impulsaron afirman que no. Que el objetivo es erradicar la explotación sexual o la trata de personas. Delito que, según señala el economista Oscar Bercovich genera 32.000 millones de dólares por año. (ver…) Los críticos de la medida afirman que el cierre de los prostíbulos no eliminará necesariamente la figura de los proxenetas o «chulos»; y que no hay ley que pueda borrar al oficio más antiguo del mundo.

Los antecedentes 
El debate sobre este tema tienta a preguntarse si sirven las llamadas leyes o normas que intentan regular acciones por prohibición. Casos emblemáticos en los Estados Unidos fueron la llamada Ley Seca, que terminó incentivando el mercado negro del alcohol, y las medidas de mano dura que estableció el alcalde de New York, Rudolph Giuliani, para bajar los índices del delito, en los años 90. En el país del Norte, donde la portación de armas es libre, muchos se preguntan si esa libertad no es la causa de tanto matador solitario suelto, masacrando gente en los cines o hasta frente al mismo Empire State.

En la Argentina caben bajo el rótulo Tolerancia Cero (o parecido) la ley antitabaco y el control de alcoholemia. En Tucumán, hay que sumarles la ley 4AM, que impulsó el gobierno de José Alperovich para bajar el consumo de alcohol entre los jóvenes.

¿Sirvieron todas esas normas para bajar los índices de consumo de alcohol, de drogas no permitidas y de tabaco? LA GACETA consultó a un grupo de expertos en cada una de esas áreas, y las respuestas no fueron todas coincidentes. Sin embargo, en lo que sí hay cierto consenso es en el hecho de que las normas demano dura de poco sirven si no hay una concientización sobre las consecuencias de los «desbordes». En otras palabras, que si no hay políticas públicas de prevención, de poco o nada sirven las estrategias represivas.

Las tendencias 
Si arrancamos con el consumo de alcohol y drogas no permitidas entre los jóvenes, la Quinta Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media, que realizó la secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) en 2011, indica «una tendencia clara y ascendente en el consumo de alcohol».

En el caso de «drogas ilícitas», creció el consumo de marihuana y se mantuvo el de cocaína. La misma investigación determinó que el abuso de alcohol se triplicó en las mujeres.

Los controles 
Veamos qué pasó con los controles de alcoholemia, dispuestos en la Ley Nacional de Tránsito, entre otras normativas: según el ministro de Seguridad Ciudadana, Mario López Herrera, en los últimos cuatro años, ya fueron secuestrados más de 8.000 vehículos por exceso en la ingesta de alcohol. ¿Sirvió o no la norma? Depende del ángulo en que se mire.

Para la contadora Clara Tapia, titular del Instituto de Lucha Provincial contra el Alcoholismo (IPLA), los controles actúan como disuasores. Es decir, que si no los hubiera, habría más consumo excesivo de alcohol. La funcionaria pone como ejemplo el Día del Amigo. «Hubo muchos menos casos, los chicos sabían que no valía la pena gastar, y por eso no llevaron alcohol en sus mochilas», afirmó Tapia.

La funcionaria también aseguró que los controles del IPLA fueron eficaces para controlar la explosión de fiestas after en el centro. Pero «sí las hay en la periferia», reconoció.

Los límites Susana Ponce de León, profesora en la cátedra de toxicología de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la UNT, es también la coordinadora de una encuesta sobre consumo de alcohol y sustancias prohibidas entre alumnos secundarios y universitarios tucumanos. Desde esa experiencia, opina: «debe haber un límite en estas actividades, pero de nada valen solo actitudes prohibitivas si no van acompañadas de acciones de concientización. En mi experiencia, los chicos se dan maña para conseguir alcohol; si a ellos no les venden, mandan a uno más grande», afirma.

En cuanto a la ley de Prostíbulos Cero, acuerda en que se necesita un límite. «Pero vuelvo a que es imposible controlarlo todo. ¿Cómo hacer para controlar la cantidad de departamentos de chicas que parecen o son estudiantes universitarias, y donde se ejerce la prostitución? Si no empezás a trabajar sobre la indignidad que representa la venta del cuerpo, esa actividad las va a dejar marcadas para el resto de sus vidas. Basta saltar una barrera moral para que sigas con eso. Tu cuerpo no es un objeto vendible. Creo que debe haber regulación, pero con una concientización que venga desde la infancia», opina la profesional.

Las normas 
Lo mismo opina el médico experto en adicciones Gustavo Marangoni.

Dice que toda pauta legal tiene que responder a una representación de lo que la comunidad esté demandando. «Y el ejemplo más claro -afirma- es el de cigarrillo. La eficacia que ha mostrado la ley antitabaco indica el grado de consenso que logra una norma». No piensa lo mismo de la ley de las 4 AM. «En ese momento se pensó que era una manera de poner un límite, y tratar de que el chico vuelva a casa hasta esa hora. Pero no tuvieron en cuenta los factores de fondo: que el chico está solo, que los padres son ‘ausentes’, que la plata para el boliche no les falta. Y como para el chico la pertenencia a un grupo es importante, incorporó los hábitos del after y la previacomo estilo de vida. Ahí, el nuevo desafío: la forma en que el chico se comporta frente al consumo de sustancias está yendo más allá de lo que el adulto opina», analiza.

«Las leyes no responden porque son hechas en función de las expectativas del adulto. El consumo de marihuana, cocaína y paco está en ascenso. Pero el alcohol es la sustancia que está haciendo estragos en la juventud. Una ley debe ser planteada desde lo económico, desde lo social. El chico es un emergente social, que nos está diciendo que el mundo ha equivocado su rumbo», reflexiona.

Los contrastes 
Cuando se le pide una opinión sobre la ley de Prostíbulos Cero, Marangoni señala que hay oferta de sexo porque siempre hubo demanda. Tras dejar en claro que la trata de personas no puede existir, advierte que la ley no acabará con la prostitución.

«Los profesionales tenemos que pensar en estos fenómenos sociales. Si hay gente que ejerce la prostitución por voluntad propia, habría que reglamentar esa actividad de alguna manera. Y así como la trata avanza sobre el derecho inalienable del ser humano de no ser usado, en el tema de las drogas ilegales debe haber Tolerancia Cero. No puedo confundir despenalizar al consumidor con liberalizar el consumo. Si aceptamos normas para el alcohol, que es una droga legal, ¿cómo no pensar en imponer normas para otras sustancias cuyo efecto, ya está ampliamente probado, es devastador? Pero hay planteos de fondo: cuando la gente piensa en el narcotráfico, asume que se tiene que apuntar a romper la oferta. Y está bien. Pero lo más importante es pensar qué les pasa a nuestros hijos, que están demandando tantas drogas. El narco se aprovecha de la debilidad social», concluye.

 

fuente http://lagaceta.com.ar/nota/507679/policiales/sin-prevencion-poco-sirve-tolerancia-cero.html