Cuando Fernando Longhi decidió estudiar Geografía, él ni siquiera imaginó que las herramientas que le aportaría esa disciplina le permitirían aportar nuevas perspectivas de análisis a problemas tan cruciales como la pobreza. Longhi ha indagado qué pasó en 2001, cuando Tucumán se convirtió en noticia por la muerte de chicos desnutridos. A diez años de esa época dramática de la vida de los tucumanos, acepta que la mortalidad infantil ha ido bajando con el tiempo, pero, dice, no como debería.

La investigación de Longhi en el Conicet se centra en el análisis de la muerte de chicos de hasta cinco años en Tucumán por lo que él define como enfermedades de la pobreza (incluye patologías respiratorias, infecciosas y desnutrición, sin desagregar).

Con herramientas de cartografía digital y datos aportados por Estadísticas Vitales, del Ministerio de Salud de la Nación y de la Provincia de Tucumán, Longhi afirma que es cierto que hay zonas que, como Tafí del Valle, Juan Bautista Alberdi y Graneros, cuyos índices muestran mejoras; pero que hay otras, como Yerba Buena, que exhibe las mismas cifras que en 2001. Opina además que para valorar un resultado es necesaria la comparación.

-¿Cómo ha trabajado usted?

– Con sistemas de información geográfica (SIG’s) y herramientas de cartografía digital. He comparado los períodos 2001/2003 con 2006/2008. Y veo que la situación presenta distintos matices, diferenciando resultados heterogéneos en los departamentos de la provincia definidas a partir de la magnitud del descenso de la tasa. Así se distingue zonas de persistencias como Trancas, Burruyacu, Tafí Viejo, ha empeorado en Cruz Alta, Capital, Yerba Buena, Famaillá, Monteros, Chicligasta, Río Chico. Y mejora en Tafí del Valle, Leales, Lules, Alberdi, Graneros y La Cocha. El concepto de empeoramiento significa que, a pesar de haber descendido la tasa, no lo hizo al ritmo que sí tuvieron los departamentos meritorios en la materia. Sirve como ejemplo Tafí del Valle, que bajó cinco veces su valor, por el contrario Yerba Buena mantuvo idénticos registros y Simoca, inclusive, los aumentó. En los departamentos de Tucumán se calculó un indicador sociodemográfico que permite detectar las condiciones de vida de la población. Este indicador fue la tasa de mortalidad en la niñez por enfermedades de la pobreza (la llamaremos Monep). Esto supuso detectar -en cada departamento- la cantidad de niños menores a cinco años fallecidos y registrados, cuya causa de muerte fuera infecciosa, respiratoria o relacionada con la desnutrición. Esto constituyó el numerador de la tasa, el denominador fue la población menor de cinco años (es decir aquella en riesgo de sufrir el evento en cuestión). La fuente de información fue el Programa Nacional de Estadísticas de Salud, dependiente de la Dirección Nacional de Estadísticas e información de Salud, dependiente a su vez del Ministerio de Salud de la Nación. Si analizamos el comportamiento individual de cada departamento podríamos concluir, falazmente, que las condiciones de vida mejoraron puesto que el indicador disminuyó. No obstante, si ampliamos y profundizamos la mirada podremos tener una valoración más certera sobre el comportamiento dominante. Tomaremos dos casos extremos: Chicligasta y Tafí del Valle. Chicligasta disminuyó la Monep desde 2.1 a 1.8, sin dudas es un descenso. Simultáneamente Tafí del Valle la disminuyó de 3.6 a 0.7. La Monep de Tafí era mucho mayor a la de Chicligasta en 2002 y mostró un ritmo de descenso tan pronunciado que la colocó en 2008 muy por debajo de la Monep de Chicligasta.

– Usted dice que las zonas en situación de empeoramiento son más que las que muestran mejoras… 

– En efecto, en los departamentos clasificados como «en situación de empeoramiento» reside el 76% de la población tucumana (de acuerdo al Censo de Población, Hogares y Viviendas 2010). El porcentaje tan alto se explica, en buena medida, por el peso demográfico que tiene el Gran San Miguel de Tucumán en el conjunto. Ahora bien, la valoración de los resultados es notoria a partir de la comparación. Tomaré el ejemplo de San Miguel de Tucumán. En esta ciudad, desde 1897 hasta 2008 la tasa de mortalidad infantil descendió de 293,5 a 13,2 por mil. Puede ser considerada como un hecho altamente valorable. Sin embargo, este descenso responde a un comportamiento de descenso general, y si comparamos los valores de esta ciudad con la de la ciudad Autónoma de Buenos Aires detectamos que en ningún año del siglo XX, ni en los ocho primeros del XXI, los valores de la mortalidad infantil de San Miguel de Tucumán fueron menores al 135% de la respectiva tasa de la Capital Federal. La comparación es aun más notoria al detectar que por cada chico menor de cinco años que muere por enfermedades de la pobreza en las provincias de Córdoba y santa Fe, en Tucumán mueren dos. Entre 2006 y 2008 ocurrieron en la provincia 177 muertes, y se nos puede señalar que esos datos son viejos, pero los datos con los que hasta hora contamos del Censo del 2010 nos muestran que en Tucumán hay 10.000 analfabetos y 17.000 hogares sin baño ni letrina, lo cual favorece el desarrollo de las enfermedades de la pobreza. Recordamos que trabajamos con niños muertos y registrados, soslayamos del análisis todos aquellos que el sistema estadístico no registró y, fundamentalmente, aquellos que padeciendo ciertas penurias no fallecieron, aunque continuaron sus vidas con un daño cerebral infantil de carácter irreversible.»

 

Fernando Longhi

Tiene 31 años, nació en Concepción, es profesor de Geografía (UNT) y doctor en Ciencias Sociales (UNT). Hizo su posdoctorado en Berlín (Alemania) y se desempeña actualmente como investigador asistente del Conicet, dirigido por Alfredo Bolsi y codirigido por el médico Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni Buenos Aires).Su área de trabajo como investigador (en el ISES, Conicet) es la pobreza en el Norte Argentino.

fuente http://lagaceta.com.ar/nota/512110/politica/luces-sombras-mortalidad-infantil-conurbano-provincial.html