“Garré niega la inseguridad y asegura que los vecinos con temor a ser víctimas del delito son tontos.” Esto es lo que algunos medios descargaron días pasados recortando mis declaraciones públicas y las de alguno de mis colaboradores.

La ecuación es absurda. ¿Cuál sería el sentido de la creación misma del Ministerio de Seguridad si no hubiera una preocupación legítima del gobierno nacional acerca de los nuevos desafíos que plantean el delito y la violencia en nuestras sociedades?

La lógica maniquea detrás de estos ataques es que “si hay delito ha de ser porque el Gobierno se desentiende de los problemas de la seguridad”.

Falso.

Desmerecer el empeño del Gobierno en la lucha contra el delito, recurriendo a la oposición demagógica entre “inseguridad” y “negación de la inseguridad”, apunta a ocultar nuestros resultados concretos en la prevención y lucha contra el crimen. La consecuencia genera malestar en la ciudadanía respecto de la seguridad pública.

Incluso se insinuó que queríamos delegar en la propia ciudadanía la gestión de la seguridad. Nada más canallesco. Nosotros proponemos la participación ciudadana como aporte indispensable para la gestión estatal de la seguridad.

El gobierno nacional y popular tiene un diagnóstico sistemático, lógico y racional de la situación del delito en cada jurisdicción de la Argentina. Vamos ajustando los dispositivos policiales y prevencionales a los “mapas del delito” reales (que por cierto no son meros planos de calles con puntitos rojos sin sentido, sino análisis dinámicos de inteligencia criminal con el aporte de los vecinos en las Mesas Barriales de Participación Comunitaria en Seguridad).

En la ciudad de Buenos Aires, el más grave de los crímenes, el homicidio, se redujo a la mitad en la zona más olvidada por las políticas del gobierno porteño, el sur, desde la integración de Gendarmería y Prefectura en el Operativo Cinturón Sur, por la acción del gobierno nacional.

Si alguien quiere entender que con esto yo “niego que haya delitos”, fuerza aquella interpretación. Nos preocupa y nos ocupa cada víctima, nunca minimizamos su dolor y bronca.

Asumimos la responsabilidad que ha depositado en nosotros la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, centrada en evitar que haya nuevas víctimas y en la conjura inmediata del delito cometido para tratar de evitar sus peores consecuencias.

Por eso hemos desplegado más personal en las calles, apoyamos al conurbano bonaerense con 6000 gendarmes del operativo Centinela, reforzamos la lucha contra el narcotráfico en el norte argentino con los operativos Escudo Norte, Vigía y Plan Aguila.

En la Capital Federal instalamos 1200 cámaras de seguridad enlazadas a cinco centros de monitoreo de última generación por 500 kilómetros de fibra óptica, las que arrojaron resultados desde el momento de su instalación, haciendo más oportuna la intervención policial. Agregamos un cuerpo de Policía de Prevención Barrial en zonas vulnerables y nuevos patrulleros de las Brigadas de Prevención. Los lectores automáticos de patentes de autos con pedido de secuestro en accesos a la ciudad y en los patrulleros tecnológicos permitieron detener a ladrones y recuperar 34 vehículos en sólo un mes.

Ahora, ¿cómo podemos comunicar a la ciudadanía estos resultados si los medios no les dan visibilidad a nuestras políticas públicas y, algunos, con insidia buscan invertir el sentido de lo que decimos y hacemos?

De poco servirá que logremos reducir el robo a mano armada: el crimen no cometido es invisible. Es una fórmula sencilla, nada ingenua y de alta eficacia.

Por cierto, yo en el último año ofrecí al menos once conferencias de prensa y muchos más contactos con periodistas en eventos. Y nadie puede desconocer el empeño del secretario de Seguridad, Sergio Berni, en la calle, para comunicar los resultados tácticos en la lucha contra el crimen. Por cierto, Berni se ha convertido en el blanco de ataques insidiosos por parte la prensa de facción. No se cansan de forzar interpretaciones, para lo cual algún comentarista del grupo no ahorró groserías ni injurias.

Por eso invito a propios y ajenos, incluso a los más reticentes y hasta enojados con nosotros, al ejercicio de recorrer nuestro sitio web www.min seg.gob.ar para comparar nuestra agenda de gestión con la que instala alguna prensa interesada.

Porque la negación de nuestra acción es también una falta de respeto a los policías que trabajan firmemente para combatir el narcotráfico, la trata de personas, los robos y los delitos en general. Nadie debería desconocer que, salvo excepciones de corrupción policial con las que fuimos, somos y seguiremos siendo implacables, la mayor parte del personal manifiesta compromiso y profesionalidad, arriesgando la integridad física y hasta la vida para cumplir con el deber que asumieron cuando optaron por esta profesión de servicio.

Nuestro deber como funcionarios públicos es rendir cuentas de lo actuado, les guste o no a algunos. No vamos a dejar de hacerlo, y los apóstoles de la alarma social seguirán tratando de convencer a los ciudadanos y ciudadanas que viven en nuestro país de que nuestra acción de gobierno no existe, es inocua o un engaño. Insistirán en que estamos negando la existencia de “la inseguridad”.

Algunos pretenden entonces que tratemos al público como a niños, especulando qué y cómo informar para no herir susceptibilidades de los que de todas formas van a salir al cruce de cada dicho nuestro. No sabemos hacer eso. Sabemos hablar franca y abiertamente, y si eso nos expone a operaciones políticas, insistiremos en dirigirnos de manera directa a nuestros ciudadanos para darles mil veces las explicaciones que nos requieran y para construir con ellos una política de seguridad democrática y participativa.

* Ministra de Seguridad.

 

fuente http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-204257-2012-09-26.html