¿Merece un asesino que el estado lo ejecute? ¿Delito se paga con delito? ¿Vida con vida? ¿Puede un país democrático ignorar lo que organismos internacionales le dicta? ¿Responde la pena de muerte a la justicia o está influenciada por la discriminación? Estas son las interrogantes que me surgen cuando veo acontecimientos como la ejecución del mexicano Edgar Arias Tamayo, quien fue sentenciado a pena de muerte en el estado de Texas por homicidio. Evidentemente en EEUU la forma de ejercer la justicia es ojo por ojo y el estado se convierte en un delincuente más, pero con la justificación legal de estar ejerciendo justicia. Pareciera que en países como éste se ha retrocedido 60 años y los derechos humanos existen sólo cuando conviene al gobierno y están por encima los intereses de éste que las garantías individuales. Estoy cierta que muchos de los lectores no estarán de acuerdo conmigo y pensarán en diferentes argumentos a favor de la pena de muerte; que es una pena ejemplar, que funciona como pena disuasoria, que es más económico matarlos que mantenerlos en prisión, que disminuye la criminalidad y que evita la “contaminación” de otros delincuentes. Pues existe evidencia empírica que contrarresta todas estas teorías, pero las expondré al finalizar el artículo. Analizando las ejecuciones que se llevaron a cabo durante el 2013 en ese país, destaca la estigmatización y la discriminación racial; de los 38 ejecutados, 13 eran de raza negra, 2 hispanos y los demás blancos. Estas cifras a simple vista podrían no decirnos nada pero cuando se compara con el porcentaje de población de cada uno de los grupos adquiere otro sentido. El 13% de la población total de EEUU es de raza negra, mientras que el 15% es hispana; el grupo de personas de raza negra es mucho más reducido que el de raza blanca, sin embargo, dicha proporción no corresponde al número de personas sentenciadas a pena de muerte. Peor aún si se compara de acuerdo a la raza de las víctimas; la pena de muerte es más común cuando la víctima era de raza blanca. Lo anterior denota una “justicia” influenciada por la discriminación que inclina su balanza hacia la raza oprimida. En cuanto a las sentencias de pena de muerte de los mexicanos, es importante mencionar que previo a la ejecución de Edgar, existe un fallo de la Corte Internacional de Justicia, conocido como el caso Avena donde 50 mexicanos fueron sentenciados a muerte y sus procesos no cumplieron con los derechos consulares, por lo que la Corte solicitó la suspensión de las sentencias ya que se había violado el artículo 36 de la Convención de Viena y los sentenciados no tuvieron derecho a la asistencia consular. ¿Qué ha hecho EEUU ante tal fallo? Pasárselo por el arco del triunfo, por lo menos ya van 3 de los 50 que han sido ejecutados y no les auguro ningún cambio a los siguientes 47. Para finalizar les comparto argumentos a favor de la pena de muerte que se han visto rebasados por datos cuantitativos: La pena de muerte disminuye el crimen como medida ejemplar. Este argumento es el más utilizado y se basa en la creencia de que la pena es una forma de prevención ya que las personas ven lo que les sucede a otros y por eso dejan de cometer algún delito. Se ha comprobado que la violencia produce violencia. Un estudio realizado por Finlandia, estudió el comportamiento criminal 300 días antes de la ejecución de cinco personas y 300 días después. Los resultados son sorprendentes: los homicidios aumentaron en un 20% después de las ejecuciones. De igual forma en Nueva York, desde 1903 hasta 1963, se comprobó que después de cada ejecución aumentaban mensualmente en dos los homicidios. Es más barato matar a alguien a que el gobierno con los impuestos de los ciudadanos los esté manteniendo toda la vida. ¿Cuánto cree el lector que cuesta llevar a cabo una pena de muerte? Piense una cifra… En Texas cuesta 2.3 millones de dólares cada ejecución, lo que significa tres veces más que lo que se gasta en mantener a un preso durante 40 años. Se previenen futuros crímenes porque esa persona ya no podrá delinquir. Este argumento no toma en cuenta los miles y miles de errores judiciales que existen hasta en los países más desarrollados. En Estados Unidos, tan sólo en 1971, hubo 85 personas condenadas a pena de muerte, absueltas. Un caso muy sonado fue el de Kirk Bloodsworth quien acusado de violación y muy cerca de la fecha de su ejecución, gracias al ADN en 1993, se demostró su inocencia. Previene que los delincuentes puedan influir negativamente sobre otras personas. Quien tenga este argumento en mente, definitivamente no ha tenido la oportunidad de conocer las prisiones de máxima seguridad, las cuales prácticamente aíslan a los internos del mundo exterior. La arquitectura y la tecnología permiten mantener a una persona completamente aislada de la sociedad. @criminologiamex

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