Julián Montañez parece un abogado. Cuando cuenta su experiencia como jurado en tres juicios de la ciudad de Córdoba habla de estado de derecho, Código Penal, de democracia, pruebas, testimonios, pericias. Pero Julián no es abogado, es electromecánico y en su formación profesional lo más cerca que estuvo del derecho fue cuando estudió Instrucción Cívica en la secundario o Seguridad e Higiene ya como profesional. “Ser jurado es una gran responsabilidad”, dice Julián que nunca pierde de vista que es “una persona común que tiene la responsabilidad institucional de juzgar a un par”.

Julián tiene 46 años y es uno de los primeros de jurados que tuvo la ciudad de Córdoba. Por el azar, le tocó participar en tres juicios. El primero, un crimen en un barrio periférico. El último, un padre que asesinó a su hijo. Pero para él, el caso más significativo fue el crimen de un policía en el marco del famoso motín de la Cárcel de Encausados. “El jurado lleva el sentido común a la Justicia, nos permite ver el sistema por dentro”, remarca Julián como una de las cosas que le hizo cambiar su mirada sobre la Justicia.

Córdoba fue la primera provincia en adoptar este tipo de modalidad de enjuiciamiento. Ahora también se realizan en Neuquén y en Buenos Aires. Desde ayer, 11.384 bonaerenses de entre 21 y 75 años que tienen el DNI terminado en 983 y 461 recibirán una comunicación para ser jurados.

Según datos del Centro de Estudios y Proyectos Judiciales de Córdoba, en los primeros siete años (entre  2005 y 2011) hubo 215 procesos. En 33 de esos casos (15,35%) el veredicto fue absolutorio, mientras que hubo 182 condenas (84,65%). En siete años, participaron 2580 ciudadanos en diferentes procesos.

El fiscal del departamento judicial de Mar del Plata y especialista en juicios por jurados, Guillermo Nicora, piensa que “si los jueces se dejaran influenciar por el sentido común cometerían menos errores”. Para Nicora, el juicio por jurados le aporta transparencia a la Justicia. Y eso lo hace, fundamentalmente, desde el lenguaje. “Los fiscales y defensores van a tener que litigar con el idioma de la genta para convencer al jurado. Este cambio de lenguaje para poder presentar los casos es un salto de calidad enorme a la hora de que toda la ciudadanía entiende de qué se trata la Justicia”

Ni diarios ni televisión

Mariana, 37 años, cordobesa, doctora en filosofía, dos veces jurado, dice que la experiencia le resultó intensa, complicada, de una enorme responsabilidad e, incluso, angustiante. “Por momentos sentía que el tema excede las capacidades de los que son jurados”, argumenta Mariana que –de poder elegirlo– no dudaría en volver a ser jurado. “Es un sistema importante para ponerle límites a la maquinaria judicial”, dice, pero cree que habría que implementar una instancia de formación para ayudar a los jurados para poder decidir sobre la libertad de otro.

Mientras eran jurados, Julián y Mariana mantuvieron sus vidas normalmente. “Lo único es que nos pedían que no leyéramos los diarios ni miráramos la televisión cuando se hablaba del caso, para llegar descontaminados”, recordó Julián que en los tres juicios en los que participó condenaron a los imputados. Él siempre votó con la mayoría. “Con jurado o sin jurado las condenas van a salir igual, porque lo que condena es la prueba. El sistema de jurados está para garantizar el Estado de derecho”, dice Julián. Para Mariana fue distinto. Ella, en el caso del crimen en una pelea, votó en disidencia. Desde su mirada, en el juicio, había cosas que no coincidían y que apuntaban a otro como posible autor.

Dos sistemas

“En Córdoba el jurado se integra con ocho titulares –cuatro varones y cuatro mujeres– y cuatro suplentes. El sistema también pone a dos jueces técnicos que son los que debaten con el jurado. El presidente es el que define en caso de empate”, así explica Julián lo que el derecho llama “sistema escabinado”, diferente al que se aplicará en la provincia de Buenos Aires en el que el juez será el presidente del debate oral, pero no tendrá influencia en el jurado.

“El de Buenos Aires es el verdadero juicio por jurados populares, es el sistema clásico”, explicó Andrés Harfuch director del área de Juicio por Jurados del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales. “El juez, como presidente del juicio, es el que admite o no la prueba, el que da instrucciones a los jurados y el que fija el monto de la pena”. Pero al momento de deliberar los doce miembros –que no pueden tener formación jurídica, ni ser funcionarios de ninguno de los tres poderes o miembros de fuerzas de seguridad– quedarán solos. Ellos tienen que elegir un presidente que tendrá la responsabilidad de moderar el debate para que todos hablen y luego comunicar el veredicto.

Por otro lado, Mariana notó en uno de los casos en el que le tocó participar, que la palabra de los jueces influenciaba y dirigía el debate, quitándoles así el peso de la decisión a los jurados populares. Esta es una de las críticas más escuchadas sobre el tipo de sistema cordobés.

 

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