Gaby tiene 24 años y dos hijitos que dejó en Salta, al cuidado de su madre. Tuvo que irse de esa provincia porque no conseguía trabajo. Vino a Córdoba y terminó como prostituta. Es una de las jóvenes que estaba en un local de Jesús María allanado hace una semana por la Policía de Córdoba, en el marco de los operativos implementados a partir de la sanción de la Ley Provincial contra la Trata de Personas N° 10.060.

Cuenta Gaby que, después de que los policías las obligaran a tirarse al piso, detuvieron a una de ellas y al resto las llevaron por algunas horas al Hotel Astoria, en el centro de la ciudad de Córdoba. Allí las entrevistó un psicólogo que, dicen, les ofreció dos opciones: ir a un refugio oficial o el pasaje para volverse a Salta. Ella no aceptó ninguna, volvió a Jesús María y, junto a seis compañeras, intentan convencer a la Policía de que todas alquilaban esa casa en forma conjunta –aceptan que para ejercer la prostitución– y de que tras las rejas está injustamente detenida una de ellas, acusada de ser la proxeneta.

El mismo ofrecimiento de refugio o pasaje le hicieron a Lorena, una jujeña que traba­jaba para enviarle dinero a su hija de 3 años, que quedó en aquella provincia al cuidado de sus abuelos. Tampoco aceptó.

Incluso a María, de 35 años y oriunda de la República Dominicana, también le ofrecieron el pasaje de vuelta a su país.

“Pero yo voy a seguir trabajando. A mi hijo le mando la plata para un colegio privado. Les dije a los psicólogos que ­necesito un trabajo de tres mil pesos mensuales para dejar de prostituirme. Pero no me ofrecieron nada. ¿Quién va a mantener a mis hijos? Yo no vine a la Argentina por gusto: vine por necesidad”, señala.

Ellas no aceptaron el pasaje, pero sí lo hizo la mayoría de las chicas abordadas en los primeros operativos de cierre de prostíbulos y whiskerías, desde hace casi un mes y medio.

Este dato fue confirmado por la secretaria de Prevención de Trata de Personas, María Amelia Chiofalo.

Depende de cómo. Enviar a las mujeres a otras provincias es una metodología que despierta polémicas. Esto no sólo no está previsto en el texto de la ley, sino que despierta las críticas de algunos sectores. En especial, de la filial Córdoba de la Asociación de Mu­jeres Meretrices Argentinas (Ammar). Pero también de algunos especialistas.

“No sirve cuando se hace que la víctima vuelva al lugar de captación si va a estar en la ­misma situación. Lo ideal sería una reinserción social, en donde sea”, dice Lucas Majon, de la asociación La Alameda, que trabaja contra la explotación. Lo dice a pesar de que elogia la ley cordobesa, que en el país es “la que más avanza sobre la trata de personas”, agrega.

“Me parece una buena dis­posición la ley de trata. Ahora bien: esta medida no sirve si no va acompañada con políticas públicas de reinserción social y con articulación del lugar al que la víctima vuelve. Pero las chicas suelen llegar a sus lugares de origen y allí no siempre tienen asistencia. Esa es la realidad”, asegura Viviana Caminos, coordinadora nacional de la Red Alto al Tráfico y a la Trata (Ratt Argentina).

La legisladora cordobesa Liliana Montero no pudo lograr la aprobación de un pedido de informes para conocer detalles de los operativos realizados en julio: pedía cifras de clausuras, mujeres rescatadas o causas judiciales iniciadas.

Por su parte, Chiofalo explicó que el pago de pasaje es sólo una alternativa: “Primero se les ofrece ir a un refugio u hotel, y también la posibilidad de un subsidio e incluso luego un trabajo”. Sin embargo, admitió que todavía ninguna decidió aceptar estas opciones. En cuanto al refugio, hasta ahora sólo hay una madre con un niño.

Asegura que se trabaja en conjunto con los puntos focales adonde las jóvenes vuelven, aunque no brindó mayores detalles y este diario no pudo contactarse con ninguna de ellas.

“Es un proceso largo. La mayoría de las víctimas no se asume como tal, hay un abordaje para sacar a la luz cómo ingresaron en el circuito, el miedo, la despersonalización”, señala.

 

fuente http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/pasajes-para-que-prostitutas-se-vayan