«No, no se denuncia entre policías, estás loca. Terminás muerto o te hacen la vida imposible. Es más, a mí por favor no me nombres», pide una expolicía a El País antes de largar una catarata de historias de corrupción.

Camila (nombre ficticio para este artículo) vivió decenas de casos de cerca durante los años que vistió el uniforme, pero vio más aún durante el tiempo que se desempeñó en oficinas jerárquicas del Ministerio del Interior, donde trabajó hasta hace un par de años. «Me fui podrida», reconoce.

La mujer no duda en afirmar que hay corrupción «en todos los niveles, desde el policía que coimea en la calle, el que recorre whiskerías diciendo `te hago el procedimiento, me llevo a las muchachas o me das lo mío, me tomo un whisky y me voy`, el que recibe plata de la boca, los que se quedan con lo incautado, los que golpean a los detenidos, los que plantan armas donde no había y los que manipulan expedientes en el Ministerio para que la conclusión no sea la que marcan los indicios», detalla verborragicamente.

Uno de los casos que marcó a Camila y que recuerda al detalle fue la muerte de Fernández, un agente de la seccional 17, que pasó como un suicidio durante varios años. Finalmente se supo que había sido asesinado por sus propios compañeros porque conocía la corrupción que había en la comisaría y, lo peor, no era parte de ella.

Sus compañeros y superiores integraban una mafia de policías, militares y delincuentes que estaba involucrada en tráfico de drogas, robos, contrabando, trata de blancas y desguace de autos robados.

«En ese caso la corrupción continuó en el Ministerio del Interior porque la investigación interna te llevaba a una conclusión y sin embargo se concluyó otra cosa. Entonces a nivel interno no pasó nada», recuerda.

Camila conoce a un policía, dado de baja, que se dedicó a la venta de pasta base y otros que miran para el costado cuando ven a los narcotraficantes.

La semana pasada autoridades del Ministerio del Interior volvieron a mostrar preocupación por el avance del narcotráfico, el cual vinculan a la corrupción policial.

«Grupos de tráfico internacional, contrabando, trata de personas y, obviamente, narcotráfico, generalmente recurren a la corrupción para asegurar sus operaciones y usan la violencia en última instancia», explicó días atrás en el Parlamento el director nacional de Policía, Julio Guarteche.

Los casos de corrupción policial por año, según dijo a El País el subsecretario del Ministerio del Interior Jorge Vázquez, no bajan de 300, pese al aumento salarial que ha tenido la Policía (ver recuadro). Desde el Ministerio del Interior no dieron más información argumentando que la Unidad de Comunicación de la cartera difundirá un informe en los próximos días.

El jefe de Policía de Montevideo, Mario Layera, dijo a El País que no cree que haya un aumento del nivel de corrupción, que los niveles se mantienen y que seguirá existiendo. «Nosotros no estamos analizando o estudiando que existe una amenaza de que grupos locales se transformen en organizaciones tan fuertes como para que suba el nivel de corrupción», aseguró.

Altas esferas.

La corrupción, según la explica otro expolicía que también se desempeñó en el Ministerio del Interior, está también dentro de la cartera donde asegura no hay un lugar serio para denunciar e investigar, lo que provoca que quien denuncia termine «complicado».

«Hubo un policía de RadioPatrulla que vio en la seccional 12 cómo le pegaban a un detenido y lo mataron. Denunció y se procesó gente. Al que denunció se la hicieron a cuadritos y hasta hoy le siguen complicando la vida. Hay una presión tal que sin llegar a terminar en una cuneta terminás mal», cuenta.

Los exefectivos concuerdan en que la creación de Asuntos Internos dentro del Ministerio del Interior no cambió nada y que el recambio que ha tenido a lo largo de los años la fuerza no la saneó. «La mayoría de las veces cuando saltan las cosas es porque alguien denuncia a nivel penal. Pero no todo lo que se denuncia a nivel interno se investiga correctamente», insiste Camila.

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, ha hecho hincapié en la necesidad de que los policías denuncien a los corruptos y les aseguró públicamente, en más de una oportunidad, que serían protegidos.

Layera aseguró que tanto el Ministerio del Interior como la Jefatura de Montevideo han reforzando todos los mecanismos para tener un «sistema de inmunidad» y defendió la creación de Asuntos Internos dentro del Ministerio del Interior.

«Crear unidades de Asuntos Internos así como legislación que permita la investigación, y atender en forma específica la corrupción que puede haber en las filas policiales, es muy importante», afirmó.

El jefe de Policía de Montevideo destacó además la línea 0800 5000 donde las víctimas de abusos policiales pueden radicar las denuncias, y comentó que se reciben muchos llamados por día. (Producción: E. Barreneche y G. Terra).

«Arma yuta» y «embagayar»: términos de la corrupción

La expolicía que se desempeñó en distintas comisarías y también tuvo un cargo en el Ministerio del Interior, contó a El País que está «instalada» la modalidad de «si incauto cuatro me quedo con dos» y que el «plantar armas» si hubo disparos y el delincuente no estaba armado, es frecuente. Reconoce que esto es corrupción pero lo justifica porque entiende, dice, que el policía está en muchos casos «desamparado».

«Te cuento un caso que pasó», dice y arranca: «Un patrullero ve un auto sospechoso. Lo intenta detener y se da a la fuga; empieza una persecución. La única manera de parar ese auto era tirando, así que tiraron. Se detuvieron. Adentro había dos personas, un rapiñero y una prostituta que iba consumiendo pasta base; los dos terminan lesionados. A los policías les iniciaron un procedimiento por lesiones. Adentro del auto había un arma, que no existía originalmente. De todas maneras, los policías terminaron presos». Ahí termina su relato, pero de inmediato razona: «¿Por qué los policías plantan un arma? Porque era la única manera de zafar un poco. Ahora, ¿cómo hacían para detenerlos si no tiraban? Esta problemática está vinculada a que las normas no son adecuadas y esto engancha directamente con la corrupción, porque el razonamiento de mucho efectivos es `si no tengo respaldo, si me enfrento pero no puedo tirar hasta que no me estén tirando, si soy el primero en declarar y el último en irme, si el delincuente entra y sale (…) y sí, dame unos mangos y miro para el costado`».

Diccionario policial.

En la entrevista con El País, la mujer usó varios términos de la jerga policial, algunos vinculados a actos de corrupción. Explicó, por ejemplo, que muchos policías tienen, además de su arma de reglamento, «la yuta», un arma para «plantar», es decir ponerle a un delincuente si éste no tenía y la policía disparó.

Cuando se detiene a un delincuente conocido de la zona, con antecedentes como responsable de un delito del cual no hay demasiadas pruebas, le dicen «embagayar», al policía que no funciona o que se enferma demasiado le llaman «paleta quemada» y al que hace problemas «de frente» lo denominan «yurista».

La jerga policial no termina ahí: cuando a un efectivo «se lo quieren sacar de encima» se dice «te mandan a cuidar el faro de Punta Carretas», mientras que cuando alguien denuncia un caso de corrupción «se le busca la falta», es decir, se lo controla más para intentar «hacerlo caer».

Según la expolicía es frecuente que cuando una persona denuncia alguna irregularidad termine denunciada o con algún sumario. «Eso pasa mucho», dice.

El salario aumentó un 50%

Un agente de segunda pasó de ganar $ 12.102 en el año 2010 a $ 25.042 en 2014 por 48 horas semanales de labor, lo que representa un incremento de 50% en términos reales, según la última Rendición de Cuentas que envió el Poder Ejecutivo al Parlamento. Si a ese sueldo nominal, además, se le agrega la partida prevento y 80 horas mensuales de servicio extraordinario por el artículo 222, el efectivo alcanza un salario de $ 36.162 nominales. Los mejores salarios provocan que desde el año pasado se perciba que hay un mayor interés en entrar en la Policía, incluso, la Jefatura de Montevideo tenía un histórico de 700 vacantes que se logró abatir en el último año. En los primeros tres años del mandato del ministro del Interior, Eduardo Bonomi, ingresaron 2.072 nuevos policías. Ninguno de los dos factores ha logrado sanear la fuerza.

Cuatro últimos casos

En el mes de julio, tres funcionarios de Policía Caminera fueron procesados con prisión por fraude. Los efectivos coimeaban y extorsionaban a conductores que debían multar por diversas infracciones en las rutas nacionales. Fueron denunciados por la propia fuerza que notó diferencias en las boletas de multas que presentaban los efectivos.

En el mes de abril, seis policías, tres oficiales y tres subalternos de la Jefatura de Policía de Montevideo, fueron procesados sin prisión por realizar horas de 222 durante su horario de servicio, para lo cual adulteraban los certificados públicos.

Está pendiente desde diciembre del año pasado la resolución judicial sobre una decena de policías y dueños de estaciones de servicio implicados en maniobras con vales de nafta. La fiscal Mónica Ferrero pidió que se les imputen los delitos de «fraude» y «abuso de funciones» respecto a los policías, y «fraude» a los empresarios. En total, la indagatoria abarcó a 35 personas.

Hace exactamente un año, cuatro policías en actividad de la comisaría del barrio Colón fueron procesados, uno de ellos con prisión, por recibir «coimas» de parte de delincuentes a quienes les cambiaban el aspecto y las ropas para que no fueran reconocidos en las sedes penales. Los funcionarios realizaban las horas de 222 durante su horario de servicio, para lo cual adulteraban certificados públicos. Los procesados son tres oficiales y tres subalternos.

Ministro del Interior, Eduardo Bonomi

«Puede haber elementos de corrupción. Pero son muy menores. Eso es una foto del pasado».

Jefe de Policía de Montevideo, Mario Layera

«No creemos que grupos locales se transformen en organizaciones que suban el nivel de corrupción».

Director Nacional de Policía, Julio Guarteche

«El narcotráfico generalmente recurre a la corrupción para asegurar sus operaciones».

Subsecretario del Ministerio del Interior, Jorge Vázquez

«El Ministerio del Interior da de baja a un promedio de 300 policías por año por casos de corrupción».

Director del Ministerio del Interior, Charles Carrera

«Hemos tenido una política muy exitosa contra el narcotráfico y los cabecillas están en las cárceles».

http://www.elpais.com.uy/informacion/trescientos-efectivos-policiales-despedidos-anualmente.html