En el día de ayer la Justicia pampeana dictó un fallo histórico no sólo para la provincia, sino para el país entero. Un hombre fue declarado «padre abandónico», tras lo cual se le quitó el 50 por ciento de la patria potestad que le correspondía por derecho, y a la menor se le cambió el apellido paterno por el de la madre, Rosana Diharce.
En un principio, el juicio fue por manutención, ya que el padre dejó de colaborar económicamente con la madre cuando la niña tenía 3 años (que actualmente tiene 11). El fallo de esa primera instancia fue positivo para Diharce, pero aún así el hombre nunca aportó su parte. «Cuando ella tenía 3 años desapareció, no la vio nunca más y las veces que se la cruzó le dio vuelta la cara», contó Rosana en entrevista con CPETv.
El problema era que el padre de la niña tenía, legalmente, derechos y obligaciones. «Si yo quería viajar necesitaba el permiso del padre…o sea que él tenía derechos pero obligaciones ninguna, de manera que yo le inicié un juicio en el que la protagonista fue mi hija, yo no hablé en ningún momento con nadie, simplemente fui su representante legal», explicó la mujer. La niña fue entrevistada por un equipo de psicólogas de la Justicia santarroseña, y luego por el juez, que en ese momento era Marcos Aguerrido.
Finalmente, el hombre fue declarado «padre abandónico», tras lo cual se optó por quitarle el 50 por ciento de la patria potestad que le correspondía; ahora el 100 por ciento es de la mamá, y le cambiaron el apellido. «Esto ya sucedió el año pasado, la noticia reciente es que ahora me dieron el acta de nacimiento nueva. Está muy bien hecha, estoy muy contenta con el acta porque en la parte de atrás que habitualmente viene en blanco, en este caso viene detallado que hubo un fallo judicial y los motivos; es casi un cambio de identidad», contó Diharce.
Este es el primer caso en el país en el que se dicta un fallo por «padre abandónico». «Ahora ella puede tener su documento nuevo. Espero que le pueda servir a tantas criaturas que están en la situación en que estaba la mía, que se sentía muy mal por tener ese apellido, sentía que tenía un apellido ajeno… esto le trajo paz, tranquilidad y alegría y a mi también me trae una tranquilidad enorme en todos los aspectos, psicológica y legal», finalizó Rosana.

 

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