El cuadro actual de los movimientos migratorios según el último Censo. Las posibles repercusiones del golpe en Paraguay. Diferencias entre las políticas de los países centrales y las argentinas: “inseguridad” e “integración”.

Entrevistado por Eduardo Anguita durante el programa Hoy más que nunca, Martín Augusto Arias Duval, director nacional de Migraciones, hizo una extensa descripción de cuáles son hoy los rasgos de las poblaciones que eligen habitar, como dice la Constitución, el suelo argentino. También se refirió al impacto del golpe institucional en Paraguay y negó que los fenómenos inmigratorios sean riesgosos o fomenten la criminalidad.
–Me interesa particularmente su mirada de lo que pasó en Paraguay, porque pensando en usted recordaba que en el país tenemos una Constitución que ampara a los ciudadanos migrantes. Quizá Alberdi la pensó para el europeo, pero hoy tenemos latinoamericanos en la Argentina. Y cuando pasa lo de Paraguay, digo, también pensamos en qué pasa acá…
–La colectividad paraguaya es la colectividad extranjera que más ha crecido en los últimos años. Lógicamente, la situación en Paraguay puso un poco en alerta a la comunidad paraguaya que vive en la República Argentina, porque ellos reconocen que pudieron acceder a la residencia legal aquí no sólo por el cambio de la ley migratoria y por lo que dice la Constitución, o por la vocación de apertura a la inmigración, sino porque todo este proceso estaba enmarcado en un contexto de integración regional. El golpe institucional en la República del Paraguay, de alguna manera, viene a interferir en este proceso de integración regional. Y, bueno, ya hemos visto la decisión de los presidentes de la región. Nosotros tenemos una indicación expresa, tanto de la Presidenta de la Nación como del ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, de que la situación en Paraguay en modo alguno pueda perjudicar al pueblo de Paraguay.
–Cuando uno piensa que quienes dieron el golpe van a generar más pobreza, van a expulsar más gente del trabajo, mucha de esa gente, que tiene parientes en la Argentina, va a decir, vayamos a la Argentina. Y lamentablemente hay un sector de la sociedad argentina que todavía tiene una mirada bastante discriminadora. Entonces, por un lado abrimos los brazos, pero también tenemos que dar una explicación para que esos sectores de la sociedad argentina no se sientan avasallados por el hecho de que un paraguayo vaya a pedir el DNI.
–Hay distintas explicaciones que pueden darse. Primero, creo que una responsabilidad de todo ciudadano es informarse. Y no es cierto, como algunos medios han señalado reproduciendo el discurso de políticos irresponsables, que la Argentina sea un país que esté sufriendo una invasión de inmigrantes. Los datos del último Censo revelan que el 4,5% de la población es extranjera, cuando en otros momentos de nuestra historia esa población alcanzaba casi al 30%. Además, si analizamos las características de la población migrante, vamos a encontrar que, por ejemplo, el 70% de esa población es alfabetizada, contrariamente a lo que ocurría con las migraciones de ultramar que algunos nostálgicos añoran y que piensan que era una migración calificada. En tercer lugar, la población es gente de entre 16 y 45 años de edad. Esto significa que es población en edad reproductiva y económicamente activa. Eso viene a contribuir también al sostenimiento de todo un sistema, porque todos los países del mundo, incluso la República Argentina, enfrentamos el fenómeno del envejecimiento de la población. Ese fenómeno también se relaciona con la reducción de la tasa de natalidad, a su vez vinculado con la inserción de la mujer en el mercado de trabajo. Entonces, el alargamiento de la expectativa de vida y la reducción de la tasa de natalidad hace que un sistema no sea viable, porque la población económicamente activa es la que sostiene a la clase pasiva.
–Cualquiera que haya viajado a España se encuentra con una visión bastante discriminadora, de casta, y no de integración, como la que usted está planteando. 
–Algunas políticas migratorias de la Unión Europea, de algunos países en particular, se centran en políticas de migraciones laborales y de migraciones circulares. Esto significa, hay necesidad de cubrir un puesto de trabajo, se importa mano de obra. Cuando esa necesidad desaparece, se fomenta el retorno de esa mano de obra al país de origen. Me acuerdo de un encuentro iberoamericano en el que un alcalde español hablaba de la política migratoria de España en ese sentido. Nosotros le preguntábamos si España facilitaba la reunificación familiar. Y nos contestaba que no. Entonces, el trabajador se veía obligado a migrar solo y dejar a su familia en su país de origen.
–Hay que recordar qué país recibió Néstor Kirchner, con gente pidiendo comida en la Plaza. Hoy muchas comunidades bolivianas están produciendo frutas y hortalizas en los cordones externos del área metropolitana, pero mandan a sus hijos a la escuela, van al hospital, tienen derecho al DNI…
–Exactamente. Con respecto a eso recuerdo cuando fue el conflicto con el campo. En Buenos Aires no faltó verdura, no faltó fruta, nos dieron de comer los quinteros bolivianos.
–Usted, además de haberse convertido en especialista en temas de migraciones, tuvo una función en la provincia de Buenos Aires en materia de seguridad. Me gustaría saber cuál es la proporción de peruanos, bolivianos, paraguayos, que hoy están en las cárceles para ver si realmente entre estas comunidades existen nichos delictivos graves. ¿Además cuál es su visión sobre lo que ocurre en la Triple Frontera?
–Algunos dicen que el extranjero incrementa los índices de criminalidad. Yo creo que es absolutamente falso. Creo que la población extranjera en las cárceles no debe superar el 10% (ver recuadro). Quiere decir que es una ínfima proporción en relación con la población carcelaria total. Por otro lado, si tenemos en cuenta que el grueso de la migración es trabajadora, y que las cárceles, en su gran mayoría, están habitadas por los sectores más humildes y muchas veces excluidos de la población, eso refuerza aún más esa teoría que nosotros tenemos de que la migración no viene a incrementar los índices de criminalidad. Esto tiene que ver también con una mirada más estratégica que hacemos de cómo deben gestionarse y gobernarse las migraciones. Algunos países centrales, sobre todo después del atentado de las Torres Gemelas, toman el tema de las migraciones como una cuestión de seguridad. Nosotros no lo hacemos de modo desvinculado de la seguridad, pero sí desde la perspectiva de la integración. Porque uno tiene que analizar cuáles son las causas del fenómeno de la inseguridad, por ejemplo la exclusión social. Ya desde la prehistoria los hombres migraban de un lugar a otro buscando alimento, agua dulce, climas menos hostiles. El migrante que tiene hambre o que es perseguido va a migrar se lo permitan o no se lo permitan las leyes del país de recepción. Y si no, miremos los informes de la Organización Internacional para las migraciones, que determinan que 11 millones de personas viven en situación de irregularidad en los Estados Unidos de América, con toda la estructura y la parafernalia que tiene Estados Unidos para controlar su frontera.

Cifras
Mucho ruido, pocos presos

Considerada por continente, la proporción abrumadora de población inmigrante proviene de América del Sur: el 78 por ciento. Un 11 por ciento tiene origen europeo y el resto se fragmenta en pequeñas proporciones. Tal como se plantea en la entrevista de esta página, existe un discurso que tiende a criminalizar la inmigración desde los países limítrofes. Cuando la toma del Parque Indoamericano Mauricio Macri, habló de “inmigración descontrolada” ligadas a las redes narcos. Otros hablan de inmigración “de baja calidad”. Los números reales que aportan las planillas del Servicio Penitenciario Federal desmienten esos discursos. El total de internos de todas las unidades dependientes de ese organismo, sumando procesados y condenados y discriminados por su país de origen, es el siguiente: 196 uruguayos, 46 brasileños, 538 paraguayos, 465 bolivianos, 501 peruanos. Los números no están tan alejados de dos nacionalidades posibles: los internos españoles son 121, los sudafricanos, 57. El total de internos de origen europeo es de 297. Para comparar estas cifras, lo importante es tener en cuenta que son muchísimos más los inmigrantes paraguayos o bolivianos que los que vienen de España (aunque son más por la crisis en ese país) o Sudáfrica.

 

fuente http://sur.infonews.com/notas/es-falso-que-la-inmigracion-impacte-en-los-indices-del-delito