“Estamos muy calientes. Por culpa de unos h. de p., en la fuerza se echa a perder un trabajo en serio. Estos tipos arruinan todo lo que hacemos para la sociedad”. Esto decía ayer una alta autoridad policial de la provincia. Los casos están a la vista: un policía mató de un tiro (¿por negligencia?) a una compañera en Elena; en Río Cuarto, juzgan a efectivos por golpear a un extranjero; en Córdoba se investiga a varios efectivos por darle una paliza a un motociclista; otra causa calcada se sustancia en Alta Gracia; días atrás, un suboficial fue condenado por la brutal paliza a un chico en Río Ceballos; no hace mucho, otros uniformados terminaron sentenciados por vejar con un palo a un preso en Cruz del Eje…

Los casos se suceden y causan escozor en la población. ¿Son policías o delincuentes con uniforme? ¿Quiénes son los policías que nos cuidan? ¿Quién es ese oficial que va 
en un móvil, aquel que está en el banco con una escopeta o ese otro que está en un control vehicular?

Los episodios de malos policías se reiteran en toda la provincia de Córdoba y gran parte fueron cometidos por los nuevos efectivos. ¿Es un problema exclusivamente de los novatos? ¿O de sus jefes? ¿O de los jefes de los jefes?

Las autoridades de la Policía están preocupadas, no hallan solución al problema. Y ensayan hipótesis: algunos jefes responsabilizan a las nuevas camadas, otros aducen el extenuante trabajo en la calle, otros sostienen que el problema está en que, en pocos años, se pasó de tener una fuerza de 12 mil hombres a otra de 20 mil. Algunos argumentan que la existencia de un policía violento es el fiel reflejo de lo que pasa en la sociedad. Pero no hay que olvidar que una cosa es un ciudadano violento y otra distinta un violento con chapa y arma.

Las autoridades sostienen que, para paliar esta situación, no queda otra que insistir con la capacitación laboral y en derechos humanos (tanto en la formación como en la actividad diaria) y bregar en el “seguimiento psicológico” a algunos. Sin embargo, sabido es que no sobran psicólogos en la Policía.

En las últimas horas, altas autoridades policiales bajaron línea a sus subordinados: no más errores, no más excesos, trabajo en serio. “No podemos salir a decir que no peguen en la calle, porque es irrisorio pedir eso. Es obvio que los policías no tienen que pegar. Hay que insistir con que se actúe mejor”, se escuchó desde la 
oficina del jefe de Policía.

Ahora bien, resulta cuanto menos poco sesudo que algunos comisarios y funcionarios gubernamentales sostengan que la Policía de Córdoba “dentro de todo no está tan mal” como otras fuerzas de otras provincias, donde en las últimas horas se registraron presuntos casos de gatillo fácil. Como si alguna vez medirse para abajo, en la mediocridad, hubiera servido.

 

Fuente:http://www.lavoz.com.ar/noticias/sucesos/policias-o-disfrazados-policias