Fue un intento de fuga de los más violentos y sincronizados, donde además de «facas» y colchones incendiados los detenidos utilizaron aceite caliente para atacar a los guardias penitenciarios. Cuatro empleados del Penal 2 de Roca terminaron con quemaduras de consideración en el rostro, brazos y cuello ayer por la mañana, cuando en el horario de apertura de los pabellones se desató el inesperado ataque. Organizados en equipos, unos atacaban a los guardias, otros montaban barricadas y otros forzaban la puerta del Pabellón Nº 3 con la idea de acceder a un patio interno, desde el cual les resultaría fácil alcanzar los techos y finalmente ganar la calle. Pero el brutal intento de fuga se frustró por un rápido despliegue de fuerzas de seguridad que se montó tanto dentro como fuera del establecimiento carcelario.

Ayer por la tarde, como consecuencia de los violentos hechos, ocho internos que fueron identificados como los «cabecillas» del ataque fueron trasladados a otros penales de la provincia, principalmente a las cárceles de Choele Choel y Viedma, según anunciaron las autoridades del Penal.

Al cierre de esta edición, internos del pabellón 2 iniciaron un reclamo con quema de colchones, pero la situación fue controlada rápidamente. Mientras que el clima de tensión se incrementaba en el anexo ex Maruchito.

Todo comenzó alrededor de las 8:40, cuando el personal de Área Interna y el retén del Cuerpo de Intervenciones Especiales Penitenciarias (CIEP) «ingresaba a realizar la apertura de pabellones», indicó el director del Penal 2, Darío Chacón. Fue en esas circunstancias que, sorpresivamente, los atacaron «varios internos que estaban organizados previamente» y que les arrojaron «aceite o grasa caliente sobre la cara» a los celadores. Dos agentes del Servicio Penitenciario y dos efectivos policiales sufrieron las quemaduras y debieron ser trasladados con sus rostros hinchados y ampollados, al servicio de emergencias de la Clínica Roca.

Chacón agregó que también los atacaron «con facas, lanzas caseras y palos de escobas» y que en cuestión de minutos «los internos tomaron el pabellón, hicieron barricadas, quemaron colchones para evitar el ingreso (de los grupos antimotines) y comenzaron a golpear la puerta que da al patio interno, el cual permite acceder a los techos».

Mientras la tensión crecía dentro de la unidad, todo el perímetro fue rápidamente cercado por el personal de área externa del Penal con apoyo de uniformados de las comisarías Tercera, 21º y 31º. Se confirmó luego que ningún interno logró evadirse.

La situación logró «sofocarse» en dos horas, aunque preventivamente se convocó al grupo especial COER de la Policía ante el temor a un recrudecimiento de la violencia. El saldo de esa represión fue de dos internos con lesiones leves: uno con un corte en el cuero cabelludo y otro con una herida en una mano.

«El motín fue sincronizado, ya que los internos actuaron rápidamente y organizados», sostuvo Chacón. Además, concluyó que un factor de conflicto es la «considerable superpoblación de internos» que tiene actualmente la unidad, «lo que aumenta las tensiones y los riesgos de motines, incidentes y agresiones entre internos y hacia el personal».

Del operativo de «normalización» participaron, junto con el jefe del Penal, el defensor de Ejecución, Eduardo Luis Carrera, y la secretaria del juzgado de Ejecución, María Gadano. Esta última destacó que pese a los violentos episodios de la mañana, al mediodía la conducción penitenciaria organizó un plan de contingencia para permitir que ingresen las visitas a los demás pabellones y que los familiares de los detenidos involucrados en las agresiones pudieran ingresar brevemente para constatar que los mismos se encontraban en buen estado de salud.

Redacción Central

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