La investigación judicial por una extorsión consumada dentro de la Jefatura de policía rosarina en julio del año pasado sumó en los últimos días nuevos testimonios que complican la situación de las personas implicadas en la misma y permiten avanzar hacia el esclarecimiento del oscuro episodio. Las voces acumuladas en la pesquisa de la aparente maniobra urdida por agentes de la Sección Seguridad Personal hace siete meses no hacen sino confirmar la existencia del chantaje. Por distintas vías los testigos convocados al trámite ratificaron la convicción de que un preso con salidas laborales fue presionado por dos uniformados a entregar dinero para no dejar constancia de que lo habían encontrado llevando droga y un arma en su auto. El preso se llama Carlos Damián Escobar y lo apodan “Toro”. Lo habrían detenido saliendo del Hospital de Emergencias donde fue a visitar a un amigo baleado y trasladado a la Jefatura de Ovidio Lagos 5250 junto a un amigo llamado Jonatan “Coco” Corales.

Mientras investigaba el asesinato de Juan Pablo Colasso, el juez de Instrucción Alejandro Negroni pidió escuchas sobre varios imputados en la causa, entre ellos Luis “Pollo” Bassi, Facundo “Macaco” Muñoz y Milton Damario. Siguiendo los teléfonos celulares de este último y sus contactos se detectó “por azar” la maniobra extorsiva de los policías contra Toro y Coco. Y, además, una acción encubridora para que nada del escándalo derive en sanciones.

Los 50 mil. Lo que surgió por esas escuchas realizadas por el comisario Marcelo Marcos (actualmente jefe de la Policía de Investigaciones de Rosario) es que a Toro le pidieron 50 mil pesos para no dejar constancia de que lo habían encontrado fuera del ámbito permitido judicialmente y llevando estupefacientes, lo que implicaba el fin de los permisos laborales para salir de prisión. Y que para pagar, Toro pidió esa plata a Milton Damario, quien el martes de la semana pasada fue condenado por la Justicia federal a 4 años de prisión por tenencia de drogas para comercialización.

¿Ocurrió realmente esa extorsión dentro de la Jefatura de la Unidad Regional II? ¿No ocurrió? Esa es la pulseada de este trámite penal que conducen el juez Juan Andrés Donnola y la fiscal Nora Marull. Lo que se puede decir es que si no ocurrió, unos cuantos testigos que no tienen contacto ni motivos para hacerlo, parecen haberse puesto de acuerdo para contar lo mismo: que se enteraron que Toro estuvo preso en Jefatura, que le pidieron plata y que el chantajeado se movió para conseguirla. Lo mismo que dicen los testigos es lo que para el comisario Marcos quedó claro a través de las escuchas.

“Tuvieron que pagar”. El día que Toro Escobar y Coco Corales fueron detenidos, el 24 de julio del año pasado, salían del Heca tras visitar a Jonatan Barrios, un joven de 18 años que había recibido 20 balazos y que quedó cuadripléjico y con una traqueotomía.

La madre de Jonatan Barrios se llama Georgina B. y días pasados declaró en la causa. Sostuvo que cuando balearon a su hijo ella se encontraba durmiendo. “Me suena el teléfono, lo atiendo y me dice la mujer de Toro, Jésica L., «le pegaron unos tiros a tu hijo»”, y agregó que a Toro lo conoce del barrio, dado que vivía a media cuadra de su casa.

A la mujer también le preguntaron si supo que Toro Escobar y Coco Corales fueron a visitar a su hijo cuando estaba internado. Y de su respuesta surge la parte más jugosa del testimonio. “Sí, fueron varias veces. Ellos fueron al día siguiente y volvieron el lunes siguiente. La fecha no la recuerdo. Pero sí recuerdo que la última vez que fueron a visitarlo los paró la policía y se los llevaron a Jefatura. Ese día habían estado a las 11 de la mañana. Después de eso volvió solo Coco de visita, porque a Toro lo metieron preso”.

El último párrafo de la declaración de Georgina es significativo: “Antes de que esto se haga público, Toro me contó una vez que vino a visitar a mi hijo que lo habían llevado preso a Jefatura cuando salió del hospital con Coco y que tuvieron que pagar para que lo largaran. Pero a Coco lo soltaron, lo dejaron a él solo…”.

Luego pudo declarar el propio Jonatan Barrios, quien reconoció que Toro y Coco lo fueron a visitar al Heca. De Toro dijo: “Lo conozco hace rato porque es vecino, pero cuando vinieron yo no podía hablar ni moverme, asi que no dije nada”.

Los primeros días de abril el juez Donnola llamó a indagatoria a dos policías que estaban en Seguridad Personal: Víctor A. y Néstor O. Los presume autores de los delitos de extorsión o, como mínimo, violación de incumplimiento de deberes de funcionario público y falsedad ideológica porque no documentaron apropiadamente la detención de Coco y Toro. Ambos se abstuvieron de declarar.

Los cambios. Lo anormal de la situación parece reforzarse en el hecho de que el Ministerio de Seguridad, a pocos días de difundido el hecho, desplazó de la sección Seguridad Personal a 22 empleados dejando solo a su jefa, Mariel Arévalo.

La fiscal y el juez suponen que existió el apriete extorsivo a Toro Escobar y que los policías no consignaron que fue detenido e ingresado a Jefatura. Ambos sospechan que eso no se asentó para garantizar toda la secuencia: retener a Coco hasta el momento en que Toro pagara el dinero exigido para no arruinarlo con una causa penal. Si Toro pagaba, como descuenta que pasó, no habría causa contra él.

El arresto ilegal de Toro Escobar se detectó en escuchas al celular de Milton Damario, un joven que está preso bajo diferentes cargos, entre ellos el asesinato de Claudio “Pájaro” Cantero. En la causa en que se descubrió este tema, el asesinato de Juan Pablo Colasso, Damario acaba de ser procesado por el crimen.

Al momento de la escucha, el 24 de julio, Damario estaba prófugo. En el diálogo interceptado se descubre que dos hombres fueron ingresados a la Jefatura y que uno de ellos llamó al celular de Milton para pedirle el dinero que necesitaba para salir del problema. Y que Damario responde gustoso cuando le dicen que el dinero lo pide la División Judicial. “Joya, es la llegada que me faltaba”, se le escucha decir.

Escobar primero contó con lujo de detalles que llamó a Damario, que le dijo que estaba retenido en Jefatura y que le exigían esa suma para soltarlo. De las escuchas surge que Milton envió 20 mil pesos y que el pago se hizo en una estación de servicios YPF sobre la autopista Rosario-Santa Fe, en jurisdicción de Coronda. Así, no sólo reveló la extorsión policial sino que sostuvo que Damario acribilló a tiros su casa después y que le sacó su VW Bora para cobrarse.

Todos sabían. El pedido de dinero a Damario queda sustentado en abundantes escuchas. No sólo Milton habla de la extorsión sino también su esposa, Joana Contreras, y su cuñada, Melisa Contreras. La detención de Toro fue el 24 de julio a las 13.30. En una conversación captada ese mismo día a las 15.32, apenas dos horas después, dialogan Joana y Melisa:

Joana: El Coco y el Toro están presos.
Melisa: ¿Qué? ¿Desde cuándo?
Joana: Desde hoy. Encima piden 50 mil pero los pone aquel
Melisa: Uh Dios ¿pero por qué cayeron?
Joana: Judiciales los agarró pero no sé si tenían algo.
Luego Joana agrega: Haceme el favor, decime si Coco sigue preso porque Milton ya mandó la plata y no sabe más nada.

 

http://www.lacapital.com.ar/policiales/Mas-evidencia-de-que-hubo-una-extorsion-a-un-preso-en-Jefatura-de-policia-20140421-0028.html