Son los “delincuentes mediáticos” del momento. Ambos irán a juicio por jurados y los esperan largos años en la cárcel. Aquí, la historia de sus vidas cruzadas y algunas de sus palabras.

Agripinio Rubio (45 años) tuvo una condena por abuso sexual y está acusado de abusar de dos jóvenes en el Parque Norte de Neuquén el 1 de agosto pasado, hecho por el cual será juzgado por un jurado popular.

Gerardo Fuentes (28) también espera un jurado popular: está acusado de asesinar al taxista Rogelio San Miguel el 16 de julio de 2011, y de asaltar y apuñalar a un repartidor el 27 de mayo pasado, también en Neuquén.

Ambos se conocen, porque en 2009 cometieron juntos un robo armados con pistolas de aire comprimido a un grupo que acampaba en San Martín de los Andes.

En 2009, en su defensa, Agripinio Rubio dijo que había cometido el robo porque le costaba conseguir trabajo, y que utilizaba los conocimientos adquiridos durante su paso por la policía para delinquir.

En ese entonces estaba con libertad condicional, porque ya había sido condenado a 10 años de prisión por abusos sexuales cometidos en 2000 y 2001 en la misma zona de Parque Norte donde reincidió a principios de agosto de 2014.

Tratamiento

Cuando lo condenaron, los jueces ordenaron: “El encierro deberá ir acompañado de un específico tratamiento que tenga en cuenta la naturaleza de los delitos cometidos y el diagnóstico de personalidad del interno”.

El tratamiento nunca se cumplió. El 29 de julio de 2008, y en base a los informes favorables de la cárcel federal U9 donde estaba cumpliendo condena, le otorgaron la libertad condicional.

Visión de realidad

Rubio se radicó en un asentamiento precario en Neuquén capital. Allí conoció a Fuentes, quien por entonces no tenía antecedentes penales.

Pese a la diferencia de edad y de experiencias vividas, Rubio dijo que “con Fuentes coincidimos en la visión que teníamos de la realidad”.

El 9 de enero de 2009 asaltaron a un grupo de turistas en cercanías del camping Catrite. Lo hicieron armados con pistolas de aire comprimido y se alzaron con un 500 pesos, celulares y una cámara de fotos.

Los atraparon, y los condenaron. A Rubio le aplicaron 4 años de cárcel, perdió el beneficio de la libertad condicional y lo declararon reincidente. Recién volvería a la calle bajo libertad asistida el 12 de julio de 2013.

A Fuentes lo condenaron a 3 años y también cayó en prisión. Para entonces ya había cometido otros delitos menores.

De vuelta

Ante los jueces que lo condenaron por el robo, Rubio expresó que está “de vuelta de todo”. Que estuvo en la cárcel de Devoto, “escuela de la calle del delincuente”. Que estudió abogacía dos años y cuatro meses.

Él, que fue policía, denunció a los guardias de la Unidad 9 por apremios y vejaciones, una causa que aún está abierta en la justicia federal neuquina.

Él, que fue policía, dijo que ni en la calle lo dejaban en paz: “fui identificado en reiteradísimas oportunidades, cerca de 700 veces, por personal policial, lo cual para mí, configuran claras vejaciones”.

Y también dijo que, cuando le contaron que sus hijos (a los que no veía) sufrían violencia familiar, “mi primera intención fue tomar una pistola que tengo y pegarle un tiro a la madre de mis hijos”.

El ocasionista

“No me siento orgulloso de lo que hago”, explicó. “Soy el producto de mucho tiempo en una institución (por la policía) que no reconoce, no valora y no siente. Yo tenía un nivel de vida importante y no podía seguir viviendo como antes porque no tenía trabajo y entonces utilicé lo que aprendí en hacer otra cosa. Soy ocasionista…”.

El buen vecino

En el juicio abreviado en su contra, Gerardo Fuentes habló menos.

Por ese entonces, el informe de abono (que hace la policía conversando con los vecinos, y transcribiendo a veces con fidelidad las respuestas) señala que “es merecedor de un buen concepto vecinal. Indican los vecinos que el sr. Fuentes no acostumbra a portar armas, que no tiene adicción al juego ni a bebidas alcohólicas, que tiene buen carácter y buenos modales”. Su padre es empleado de una empresa, tiene 4 hermanos y 4 hermanas.

Dicen por ahí que se revira cuando la víctima se resiste. Que por eso mató a un taxista y casi hace lo mismo con el repartidor al que asaltó.

Es, además, muy torpe: en el último hecho delictivo se olvidó junto a la víctima su celular. Por eso lo identificaron de inmediato.

Para quienes sospechan que cada juicio abreviado encubre una más o menos evidente extorsión al imputado, Fuentes dijo que aceptaba hacerse cargo del robo cometido en el camping “porque me conviene, porque tengo una causa abierta”.

En fecha próxima, Agripinio y Gerardo irán por separado a juicio por jurados. La fiscalía pedirá penas muy altas para los dos. Y la historia se devorará sus vidas cruzadas.